sábado, 6 de agosto de 2011

María 1989

Siempre recordamos con arrobo a nuestra primera novia. Yo no es algo que tenga muy claro pero, si tuviera que nombrar una, la mía sería probablemente María, hija de la mejor amiga de mi madre. Teníamos 15 años y fue, cómo no, un verano, tuvo que ser el verano de 1989. Recuerdo que ese mismo verano descubría en la vieja casa familiar del pueblo las obras completas de Sherlock Holmes, una lectura que me impresionó tanto que creí haber dado con la “literatura seria”, ese hombre que por medio de un riguroso procedimiento puramente lógico lo deducía todo. Su impacto en mi fue tal que cuando salía escrutaba a los del pueblo por la calle, intentando deducir de los minúsculos detalles que encontraba en la ropa o en las manos de los paisanos ciertas pistas para una explicación de sus costumbres y sus pecados, de sus vidas, que aun mis abuelos y mis padres desconocieran, luego algunas noches les exponía en la cena mis conclusiones sobre los del pueblo; o sea que fue el verano de Sherlock Holmes, y yo quería ser como Sherlock Holmes, recuerdo siempre bobadas así. María era ya una mujercita por entonces, una muchacha preciosa. Recuerdo perfectamente su cara redonda y sus grandes ojos negros, profundos e infantiles, y esa enorme seriedad suya, o serenidad. Yo tanteaba por entonces en el agua fresca de la piscina de Eladio mis potencialidades en esta irregular carrera de amante enamoradizo y torpe en la que sigo; y fue en el cuerpo de María, en su cuerpo delicado de quinceañera donde comencé a percibir mis propios límites a través de los suyos. Si bien de una manera tan tímida y chapucera que no podría asegurar, si lo pienso, que María fuese mi primera novia. No había para mi otra cosa que María (su cuerpo, porque apenas recuerdo una palabra suya) y Sherlock Holmes aquel verano (conste que fue en el verano del 89, detalle escabroso porque, reparando en ello, ¿es posible que hayan pasado ya más de 20 años? ¿ser ya tan viejo? No lo creo porque no me parece que aquello fuera hace tanto sino más bien que sucedió en una vida distinta que no es esta, que no es esta mía, a otro que no soy yo, un usurpador parecido a mi que de vez en cuando se cuela en las fotografías antiguas, aunque es indudable que sí se trata de mi, claro). Ya no recuerdo cómo ni cuándo empezamos a dejar de vernos, pero debió ser bastante rápido.
Bien pues he hablado hoy con mi madre, que me ha contado que María tuvo anoche su primer hijo, como madre soltera, “por una clínica”. Me lo ha contado por la nueva abuela, su amiga, porque mi madre no me ha hablado de María en 20 años. Supongo que esos segundos de estupor después de la noticia me han delatado frente a mamá. Y es que la noticia me ha sacudido. Me resulta odiosa la tarea de conciliar mis divinos recuerdos con los extraños y groseros sucesos de este mundo real nuestro.
María inseminada...¿cómo ha podido?. Resulta tan grotesco imaginarla inseminándose como perdiendo la virginidad, es como representarse el sexo de nuestros padres, o como constatar que una antigua amante reposa entregada en los brazos de otro, que la va bien, que está mucho más guapa.
Aquellos ojos infantiles pero ya tan profundos de la María niña anticipaban a la mujer triste que ahora es, un poco mística y ojerosa, delgada, bonita. Y es así tal como yo lo escribo aquí porque no pienso verla nunca ni tratar con ella por el facebook o algo así. Me niego a empobrecer mi conciencia del mundo. Y así permanecerá en el recuerdo como en realidad era y sigue siendo: virgen y pura, áurea y pretecnológica como aquella maravillosa muchacha, y no vulgar, no corrupta como inevitablemente es la tozuda realidad.

Y ahora por seguir con algunas de las cosas del blog... He vuelto de unos días de perdición. Ha muerto mi tio N. (en el mismo pueblo). Y la función del Sueño de una noche de verano que vi fue un desastre. Es un crimen que una obra tan rica y emocionante como esa se reduzca para el público a una chusca comedia de enredo, bastante necia además. Es como para poner una denuncia a la compañía Morboria y multarlos, censurarlos y hasta desterrarlos. La gente eso sí salió encantada, la crítica la ha puesto bien, pero a mi me pareció muy pobre. Qué más. Tengo un mail pendiente. Y bueno ya está... acabo de releerlo todo y hoy estoy bastante facha, sí. Ah, no tengo caries.

Mucho yo yo y yo pero no escribo nunca de mi vida real... estoy tan disgustado por María

Bueno,
un saludo.

(tampoco he vuelto a leer a Sherlock Homes)

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