lunes, 18 de julio de 2011

Lola en el monte

Lola y yo nos fuimos a Rascafría a pasar el finde, en plan serrano. Mucha gente va a la montaña, y no creo que sea tanto por huir del calor del verano como se dice. Ocurre que encontramos en la naturaleza una especie de psicoterapia, que miramos por ejemplo las estrellas o las montañas, o el mar, cualquier fenómeno así grandioso y milenario y entonces nos sentimos tan pequeños y fugaces que nuestras miserias se minimizan, nuestro ego se encoge y no asfixia, el pecho se dilata y en definitiva nos sentimos mejor. Es decir que a la mayor parte de nosotros nos consuela recrearnos en nuestra insignificancia. Pero esta clase de curas de humildad de clase media no van con Lola, para quien no existe espectáculo, ficción ni constelación lo bastante importante como para sentirse ninguneada, ni por un rato. Es la reina, y no se da descanso.

Así puede verse a Lola en la cama, Lola en el coche, Lola en una terraza pasando frío con un café y un cigarro, Lola un poco borracha rodeada de paletos, o Lola paseando entre pinos y monumentos monolíticos o de visita por un monasterio centenario y santo que ella no agachará nunca su cabeza triunfante ni dejará de tener en cuenta, no sin cierta sabiduría, que lo realmente importante son ella y sus asuntos. Vive bajo el imperio de una soberanía autoimpuesta y fatal, irrenunciable.

Un monje del Monasterio del Paular que lleva 48 años allí encerrado nos preparaba el sábado para la visita al lugar, ofreciéndonos una charla previa. Entre otras cosas habló del pecado y la falta de fe que campan por el mundo exterior, un mundo exterior que consideró frívolo, un poco idiota y terriblemente mediocre, es decir que a pesar de que él lo desconoce casi totalmente juzgó nuestra sociedad con un sorprendente acierto. Habló del matrimonio por la iglesia, del arte que había en el monasterio... viendo a los turistas un poco alelados alrededor suyo era fácil comprender que ni aun el mismísimo Jesucristo resucitado hubiera conseguido hacer llegar a nuestras chatas narices el aroma de ese denso mundo que latía ahí dentro, pero bueno, este post no va de las supuestas virtudes de la religiosidad, sino de Lola.

Comento aquí, porque me resulta inseparable de nuestra excursión, una parte importante del discurso de este monje, que consistió en lo que para él era una diferencia esencial entre el amor (con minúscula) y el Amor (con mayúscula). Una cuestión esta a la que yo (oh casualidad) llevaba unos días dando vueltas. El amor con minúscula es el amor corriente, interesado decía el monje, muy nuestro, que no busca sino satisfacer el propio ego. La amistad y aun gran parte de los familiares que nos rodean, en su mayoría, consisten en último término y muy a menudo en una disimulada siembra de los propios intereses. Todos cedemos al necesario engaño al pensar que no, que nuestras amistades y nuestros más sagrados vínculos personales son desinteresados, de raíz divina, metafísica y demás, pero como cualquier otra convicción apenas resiste a un examen atento de la cuestión.

El otro es el Amor con mayúsculas del dios de la Biblia, el Amor que produce la naturaleza, el Amor que mana de la música, el Amor de los poetas antiguos, que mueve el sol y las demás estrellas y, en últimas, el Amor de los primeros filósofos griegos. Este amor es desinteresado, y no espera recibir nada a cambio. Los monjes a las seis de la mañana se levantan a rezar, hasta las ocho y media, todos los días del año, por todos nosotros. Seré un idiota, o un romántico empedernido, pero considero imprescindible que actos así de ridículos y poco prácticos aun existan.
Llevado al terreno de las relaciones de pareja fallidas a Lola y a mi nos dio para reflexionar bastante esta profunda cuestión de los tipos de amor expuesta por el monje. Aun refiriéndonos a ella siempre de pasada y medio en broma dejó flotando en el aire una pregunta pendiente bastante grave, la misma para ella que para mi, imagino ¿es que no sé querer? ¿Soy un egoísta?

Bueno yo no puedo hablar por ella pero hablando por mi, puesto a examen mi amor, quiero decir tal como Lola hace que la quiera, sobre todo la quiero desinteresadamente desde que no estoy con ella, y me gusta más así.
Me era más difícil quererla simplemente cuando después de todo esperaba algo de su parte.

En un plano puramente teórico creo además que no hay tal diferencia, que la doctrina se equivoca respecto a eso, y que los dos tipos son en realidad el mismo amor. Cuando Lola ruge y habla como una leona herida, melancólica pero valiente del dolor, de la pérdida, de la vida, y habla de ello brutal y sin filtros, a mi se me aparece tan santa y pura como el monje, o como un niño. Encuentro en ella ese bendito egoísmo y esa generosidad sin pulir que derrocha la vida, que es el amor por la vida y por la propia voluntad de uno en el mundo. Lola no es ningún ángel, es verdad, ni en el monte, ni en el bar ni en el supermercado, ni le hace falta para que yo la quiera. El caso es que tendrá siempre mi mano de ogro para agarrarse si se siente caer, o mi soplido racional y frío cuando se sienta abrasada por su propio ardor, porque sí.

Saludos,

(consciente de mi Amor desinteresado, por cierto, me siento ahora tan buena persona que me doy por pagado con ello, e inmediatamente me percato de que entonces, sintiéndome así de bueno como ahora, este bienestar en la conciencia ya no hace desinteresado el Amor, sino vulgar, aunque siga siendo mayúsculo)

6 comentarios:

  1. No sé si el amor es con mayúscula o minúscula o una mezcla de ambos. Lo que sí queda patente es lo mucho que se quieren ustedes dos.Enhorabuena.
    Excelente su escrito
    Un saludo

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  2. Me fascina tu capacidad de diseccionar lo que sientes.
    Me resulta imposible hacer lo mismo.
    Debe ser una ineptitud de nacimiento porque nunca he podido hacerlo.
    Y debido a esa imposibilidad me he dejado llevar siempre por la intuición, la pasión y ahora el aburrimiento.
    En fin, supongo que es el justo premio.

    Saludos.

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  3. Bella declaración de amor a una dama cargada de mensajes subliminales. Buena suerte.
    Saludos.

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  4. "Lola no es ningún ángel, es verdad, ni en el monte, ni en el bar ni en el supermercado, ni le hace falta para que yo la quiera." Solo falta que Serrat le ponga música.
    En cuanto a los curas encerrados en el rezo. Cuanto será por altruismo y cuanto por la cobardía de escaparse del mundo

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  5. http://www.youtube.com/watch?v=GpgtbcP8-ig

    ByM

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  6. Permítame una cerrada ovación a esta exposición suya.
    Hay demasiada lucidez para un hombre tan joven; actitud crítica respetuosa y elevadas dosis de introspección. Llevo media hora leyendo las entradas que no conocía y le puedo asegurar que he disfrutado enormemente el recorrido. No entraré a valorar las categorías hipotéticas del amor porque me temo que tiene bien claro el asunto. Gracias.

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