viernes, 17 de junio de 2011

Cultura y sociedad

Las consecuencias más penosas de no haberme ocupado en mi juventud de labrarme un porvenir no las noto ahora en mi situación económica, ni tampoco en extenuantes condiciones de supervivencia. Digo esto porque estos dos argumentos, el fantasma de la pobreza y la amenaza del pico y la pala si no estudiaba, eran los preferidos por nuestros padres para amenazarnos, por nuestro bien, para inculcarnos el estudio siendo niños. Me reconozco culpable de no haberles hecho caso: no estuve dispuesto a dilapidar mi sagrado ocio juvenil en un entonces para mi imposible porvenir, total por hacerme un brillante profesional de no se qué profesión.

A pesar de ello gozo de la fortuna de tener dinero suficiente, y de no exprimir demasiado mis fuerzas para ganarlo.



Pero sí que estoy padeciendo por mi apatía juvenil otras secuelas de las que no me previnieron mis padres. Me refiero sobre todo a este desarraigo en el que vivo, a la incontenible extrañeza que siento en el mundo en medio del cual me muevo y me mantengo en pie, ciertas tristes y absurdas batallitas que me veo obligado a librar para ir tirando, por gilipollas.

Aunque ya muy tarde, he comprendido que es imprescindible ir labrándose uno el futuro, si bien por razones en mi caso distintas a los consejos paternos. Y es que lo que parece imperecedero durante la juventud (la Belleza, las nobles aspiraciones por ejemplo, cierto tono de vida) acaba diluyéndose si uno no lucha por materializarlo, rodearse de ello y fortificarlo frente a la envidiosa necesidad, creo.



De joven me parecía elegante y hasta un poco dandy esta apatía y distancia frente al sucio mundo. Pero era una postura puramente estética. Ahora en cambio es la única manera en la que puedo permitirme seguir en el mundo, y ni siquiera siempre. Comprendo con espanto la arrongancia de ciertos adultos insignificantes que conozco.

Aunque me espanta más, más que la muerte (y no exagero) acabar convertido en algo similar a algunos sujetos que me rodean y en medio de los cuales, como un extraño, me veo viviendo. Es espantoso.



Tras tanto espantar, espantarme y tanto espanto aun daré una vuelta de tuerca más. Necesito aun escribir acerca de esa mala conciencia social burguesa que llamó mi atención leyendo a Marcuse el otro día. Y es que hay una separación abismal entre el mundo de la belleza, la verdad, etcétera y el mundo del trabajo y la supervivencia. La sociedad burguesa ha creado un concepto de cultura como algo trascendente a la sociedad, separado de la vida cotidiana, un mundo metafísico y trascendente al que todos los ciudadanos tienen derecho y acceso. Aunque en la realidad esto no sea así, y lo normal sea que la gente más bien se incomode (más cuanto más vulgar sea) si oye hablar de Horacio de la Revolución Francesa, por ejemplo. En la antigüedad la separación entre uno y otro mundo era una separación de clase, prácticamente profesional. Unos se dedicaban a las artes y la filosofía y las ciencias, que proporcionaban placer y belleza, mientras que el resto se ocupaban de cubrir sus necesidades, no teniendo tiempo para tales lujos. Era algo que se llevaba con normalidad, no existía una mala conciencia en la sociedad respecto de esto. La sociedad moderna en cambio, "obligada" de algún modo a acceder a ese mundo trascendente para obtener felicidad, si no accede, sí siente esa mala conciencia, más cuanto más extraño les resulta ese mundo. Por eso resulta tan incómodo si se intenta hablar con Pepita de la Revolución Francesa en presencia en presencia de gente que nada sabe de la Revolución Francesa.



Bueno el resumen es de lo más burdo, quiero decir con todo esto, ¿cómo no arrepentirme de no frecuentar ciertos círculos en los que sentirme a gusto, en los que pueda estar mejor o peor, pero no ser un friki?

Quiero decir con este post que no poder hablar tranquilamente de lo que me dé la gana es la secuela que más padezco por no haberme granjeado un "buen futuro".

4 comentarios:

  1. Es que la experiencia, es un peine que te regalan cuando ya quedaste pelado.

    Lamentablemente.

    Un abrazo.

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  2. Muy interesante tu blog.
    Gracias por tu visita, que me permitió conocerte...
    Besitos en el alma y feliz Domingo
    Scarlet2807

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  3. Hola Juan C. Qué interesante reflexión, aunque al leerlo noto un cierto tono irónico en tus palabras. Porque desde luego, no creo que el desconocimiento y la falta de cultivo del intelecto sea lo que te haya llevado a hoy en día, no poder hablar de lo que te da la gana en todos los sitios.
    Desde luego, adentrarse en ese mundo metafísico de la cultura y el conocimiento es precisamente lo que nos hace "extraterrestes" en la mayoría de los círculos, y de ahí que nos veamos obligados a buscar a otros marcianos como nosotros para sentirnos que pertenecemos a algo, aún cuando esos otros extraterrestres vean el mundo de manera diametralmente opuesta a nosotros. Un abrazo:
    Tadeo

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  4. Rodrigo D. Granados19 de junio de 2011, 12:50

    ¿Los franceses han hecho una revolución?... ¡jo me habré saltado algún Telediario!
    Le agradezco esta entrada, he disfrutado mucho leyéndola; creo que nos parecemos Ud. y yo, tanto en el pasado como en el presente.
    Hace tiempo que he decidido que hay muchas cosas que no necesito, y por ello es un derroche innecesario dedicarles desvelos o tiempo. Vivo en una estrechez que puede mover a compasión; pero los activos de mi vida interior (ayudada eso sí por la lectura y la escritura) sólo cabrían en las cámaras acorazadas de la abyecta Suiza.

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