martes, 1 de febrero de 2011

Corre, conejo

He salido a correr esta mañana, una saludable patochada que hasta ayer mismo había juzgado deplorable. Antes de ducharme me he puesto las deportivas, el chándal, y he salido a correr. Al final he corrido más de una hora (y eso que fumo), no sé cuántos kilómetros, arrebatado como un loco y sin ningún propósito definido. Ahora me siento orgulloso, potente, aquí en la oficina (he llegado tarde). No es que pretenda adelgazar, ni presentarme a una san Silvestre ni despejar mi circuito coronario. Mi cuerpo en los últimos meses es una masa orgánica redundante, innecesaria y yacente. ¿Por qué echar a correr, entonces, de pronto? Seguramente hacer creer al cuerpo que aun es útil, que aún ocupa una función sobre la tierra, engañarlo, escapar por piernas del cáncer.
Hacía un frío horrible esta mañana; yo creo que me he resfriado.

2 comentarios:

  1. Yo corro desde hace muchos años. Lo empecé para dejar de fumar y luego se ha hecho ya tan natural y sencillo como el respirar; pero hubo un tiempo en que llegó a ser una obsesión -corrí algunos maratones y muchísimas carreras de menor recorrirdo- hasta que me di cuenta de que lo importante era durar y ahora lo hago solo como mantenimiento físico y síquico. Saludos [y gracias por tu comentario en lo mío], amigo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Sutungpo.
    Sigue escribienso así, sin comas...

    ResponderEliminar